En esta boda todo ocurría con
naturalidad, tal y como si se tratara de una boda común y corriente, pero de
repente, justo en el momento en el que el padre va a leer los votos, como comúnmente
lo hace, cuando de repente un niño de entre las personas que observaban la
ceremonia sale y se acerca al padre, con
la única intensión de chocarle la mano en un inocente “dame esos cinco”,
que lejos de molestar a los presentes, al padre o a la pareja de novios, causó
una risa increíble, sacando de la rutina la ceremonia y llenándola de una alegría
diferente que nadie pudo contener.
Al final el niño regresó a la
zona en la que estaba antes de hacer lo que hiso con el padre, pero ya habiendo
dejado una muy dulce impresión que hizo
que se cambiara el tenor del resto de la ceremonia.
No cabe duda que los niños pueden
darle un sentido diferente a las cosas, puesto que ellos miran con ojos llenos
de imaginación y con una inocencia que llena de frescura el ambiente y les hace
posible mirar cosas que nosotros ya no podemos. Una envidia total el contar con este tipo de inocencia.
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