Esta historia es bastante
inspiradora, en donde un hombre que cansado de estar con su esposa llega a
verla llevándole los papeles de divorcio, ya firmados por él, para que ella los
firmara.
La sorpresa que lleva este hombre
es que ella, aunque se le puede notar triste por la acción de él, de inmediato acepta hacerlo, pero solo con una condición, que él la abrace
una vez al día durante todo el mes. Él se sorprende de esto y extrañado
acepta, piensa “lo que sea con tal de que firme”. Él no tenía ni idea de lo que
ella iba a preparar.
Ella se dedicó a invitarlo a ir
cada día a un lugar diferente, pero todos con un significado importante, en donde sucedieron cosas que hicieron que
ambos se enamorarán, y siempre terminando con l abrazo que ella le había pedido
como única condición para que lo dejará libre al firmar el divorcio que tanto
parecía desear.
Lo invitó al lugar en donde él le dijo por primera vez que la amaba,
al lugar en donde le pidió matrimonio, al lugar en donde ambos se besaron por
primera vez, y cada vez que llegaba el momento del abrazo, pasando los días, él
lo hacía con más cariño y amor, y menos desprecio y enojo como antes de
comenzar esto.
Para terminar, ella lo invitó a
un lugar para el último día que le quedaba de abrazos, un lugar de mucha
importancia, en donde al tropezarse caminando, ambos se habían conocido, en
donde todo comenzó. Ahí ella ya no le
pidió un abrazo, solo le entregó los papeles de divorcio ya firmados, y se fue.
Él no podía creer lo que pasaba,
deseaba tanto darle ese abrazo, seguir como antes, tanto que corrió y le grito
a lo lejos “¿Puedo abrazarte mañana?”, ella solo sonrió, seguirían juntos. Había logrado recordarle lo que es el amor
entre ambos.
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